miércoles, 22 de octubre de 2008

LOS CUARTOS CERRADOS

I - DE LA LUZ Y LAS ALMAS


Este cuarto nunca mereció la impiadosa sinceridad de la luz.
Las manchas en las paredes forman perfectas caras deformes que parecen discutir de manera enfática ¡No pueden! ¡No pueden sentir! Porque carecen de alma, son fantasmas vacíos que ni siquiera darían cuanta de su existencia si no fuera por el titilar de los aparatos.
La luz no sólo lastima los ojos, no he visto nada más parecido a un gatillo que las perillas de encendido.
Sin embargo en la oscuridad del cuarto todo descansa, todo se regenera, como aquellas rosas marchitas; ahora que todo está a oscuras escucho como se suavizan, también como la piel rasgada se nos cierra ¡Yo sí puedo hablar del alma! Porque siento la mía adoptar una posición fetal para dormir tranquila hasta dentro de unas horas.
En el momento en que se duerme escucho a la tuya golpear tu espalda desde adentro mientras le pregunta: “¿pssst, estás despierta?” ¡No!- respondo enfadado- dejala, ha sufrido bastante por hoy.
Nunca pude ponerme firme con esa ánima inquieta que llevas adentro, un NO basta para que se ponga a llorar desconsoladamente, como ahora.
-Callate que vas a despertar a todos- le digo con voz sumisa, pero es inútil, una vez que rompió en llanto nada puede detenerla. No le importa que todos despierten y que las luces se enciendan y que todo se marchite como aquellas rosas y que los arañazos se abran de golpe, y entiendo que dormir todo el tiempo es nuestra autodefensa ante la luz, pero tu alma no lo entiende y no se qué hacer para que se calme…por el momento sólo se me ocurre abrazarte fuerte…a ver si algo de paz le transmito.




RATAS

Yo es otro
( Rimbaud )

Las ratas me miran por los agujeros de mi techo. Me miran caminar, leer, comer, dormir, me miran mirar. Se arrastran, trepan, corren, recorren, deambulan sin que las vea, de noche, de día, pero más de noche. Esperan a que todo quede a oscuras, a que me duerma para pasearse por el cielo raso, por las paredes, de a muchas, de a pocas. Caminan sobre la mesa, los platos, los vasos, los cubiertos, sobre mí y sobre mis alimentos (los que comeré mañana), dejando en ellos sus pequeñas huellas, sus sellos, su olor, su piel, su polvo; y en cada día después de cada noche una pequeña parte de sus cuerpos se mete en el mío deshecho en miles de pequeñas partículas, convirtiéndome en uno de ellos.
Todo el tiempo están alrededor nuestro sin que nos demos cuenta. Alguna vez se habrá sentido observado en un lugar solitario; eran ellas. Porque están en todos lados, estuvieron desde siempre, a través del curso de la historia, con las especies, en los pueblos, en los imperios, cruzando fronteras, ríos, mares, océanos. Están hoy y estarán mañana, y después de mañana, y después, y después del después. Estarán sobre mi cuerpo cuando quede inerte, y me dejarán sus huellas, sus pisadas; se alimentarán de mí, de mi piel, ojos, músculos, órganos y fluidos hasta dejarme en los huesos; y me meteré en sus pequeños cuerpos grises de andar sigiloso deshecho en miles de partículas, seré miles de millones de microscópicas partículas en miles de millones de ratas, y me convertiré en ellas y lo observaré a usted por los agujeros del techo de su casa, caminaré sobre sus alimentos y sobre usted cuando duerma, y comeré de usted cuando se muera, y usted se convertirá en mí, y en ellas, y los dos seremos ellas, y observaremos, comeremos, y caminaremos sobre pueblos, cruzaremos fronteras, y estaremos por siempre, a través del curso del tiempo; estaremos mañana y en el mañana del mañana, atravesando y mirando pasar lentamente el transcurrir de la historia, vueltos en lo único que siempre fuimos desde un principio: RATAS




III. REPTANTE


Sueño con serpientes que me muerden todo el sueño que me envuelven me consuelan y me engullen la luz onírica ambarverdoza en que todo flota es de color serpiente y mis dedos que sueño juglarescos ondean y se entrelazan y se tumultan tendido como una enorme víbora me arrastro por todo el cuarto lento fatal acechante desprendiéndome de mi yo soñado como de una dermis seca y vieja y me observo seco y viejo y despierto convertido en serpiente.




IV

Hoy llovió todo el día y me amarillean las hojas de tu libro/ veo el suicidio de las gotas en la ventana/ su sonido me recuerda, detestable, al chistido de la escoba de mi madre/ El agua lo enmudece todo/ aplasta todo sonido/ La paz es inexorable en este día/ cárcel abierta con miles de barrotes como lluvia.




FERNANDO A. ACOSTA (FORMOSA)

1 comentario:

maria eugenia dijo...

hay un devenir deleuziano en "ratas" que me fascina,aquella antigua práctica de la transmigración de las almas. en sus mejores momentos, fernando se desprende del yo y pasa al "ultimo otro lado", y ahí es donde su escritura se vuelve cuántica: exploración de alterdimensiones en el tiempo y el espacio.
más acá, precioso el último poema en que revierte, a la manera de dalí, la lluvia del litoral en barrotes blandos.