martes, 29 de junio de 2010

"La piel de la heredad" de Nico Gómez

LA PIEL DE LA HEREDAD


Tengo en el terruño violentado de mi piel
una biósfera nacida a destiempo
y (enfrentado) un bufón burlesco llamado CAREM.


Mi madre, Doña Rosa, sabe que no es nada bueno.


Tengo en mi cáscara de dermis
al fuego ausente (pero vivo)
de este abolengo callado.


Turbia-y-embroncada de impotencias,
la natura que me posee
harta está de las mierdeces sanguinarias y contaminantes
de los que sobre las tumbas memoriosas
y sobre los que aún respiramos,
defecan todas sus inhumanidades.


FERMOSA, quedate quieta.
Así, así, quietecita, quietecita…
Quedate quieta, muy quieta,
que así te quieren los lobos que te sanguijuelean
sin ¡¡¡ASCO NI PIEDAD!!!
(No conocen el amor de Cristo ni de la humanidad tampoco).


Hay también un tanino mugriento
que, juntamente con las siglas (PCB) de la muerte,
ha cancerenijado a esta curva del río,
hasta dejarla exhausta de dolor, agonía y enfermedad.

INNECESARIOS.


Tengo un apellido simple
y los Don Nadie habitan mi sangre.
Esos.
“Los plusválidos de las eses”.


Tengo en la planta de mis pies
al núcleo de mi estirpe.
No a la planta que pretende nuclear podredumbre;
asesinar a la biósfera nacida a destiempo;
y carcomer (literalmente)
las entrañas de las vidas y los sueños.

¿Poema?
¡No!
Alarido de protesta y desahogo.
Aun cuando se pierda entre tantos y de nada sirva.


Ojalá Dios incline su oído
y derrame su misericordia.
Y su ira.


Fermosa, FERMOSA,
FERMOSA…
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo”.
CAREM (uno de los lobos apocalípticos).
Viene…


¡¡¡ NO LO DEJES ENTRAR!!!


Nicolás Gómez. Formosa.