lunes, 13 de octubre de 2008

HERENCIA CHINA

budismo occidental
El secreto de la quietud consiste
en mirar una montaña
y desearla intensamente,
durante años,
hasta que venga hacia vos,
te desconcentre
porque la habías olvidado y ya estabas
deseando otra cosa.





smile
si al menos me dejaras una cicatriz que sonriera






horror vacui


la indiferencia es infinita


si alcé un templo
de violencia en ese páramo
fue para no morir de tanto no tener dónde
adherir una mirada






jade
un corazón quebrado
de jade entre las piedras
la cadena rota testimonia
la pérdida en alguna caminata
y no es semipreciosa
la luz verde menta en que se queman
las hormigas que pasan por debajo.
una baratija que alguien pierde
lesiones permanentes para insectos
y la alegría cruel de haber recuperado
un objeto inútil con semejante
valor agregado.










cuando la noche nueva tiende
sobre los yuyos
un parejo rubor
de sombra
mi mano corre al horizonte
más claro y liso todavía.










sequía
un aro oscuro ciñe el centro pálido
sucede y se declina de tal modo
la historia de la sed
la laboriosa
ascesis de resina.
lo tierno y lo compacto
repetido
hasta el fondo de los días.

leída en la madera
hay una línea, recupera
el último secreto del paisaje.





las transmisiones

I

alumbro con mis dedos
la flor por la que trepan
todos mis hermanos

(un día
subiré por este tallo
hasta tus ojos)


II

con dos dedos podría
dibujar el viento en los vidrios
de una ventana empañada.
no así el rebozo
de la mujer que al otro lado
se inclina y se apresura



III


lo que nos separa de la intemperie no es techo sino el ruido
del agua que se rompe en mil pedazos.

















conjuros
I


te llevo
por caminos que se desvanecen
apenas los tocas

arrojo mis palabras, piedras negras, al azar
justo debajo de tu próxima pisada

existe
sobre el río
un desplazarse

las aguas muerden
todo espacio que no nombre

comprendo
la crueldad del intervalo

cada pausa ama la forma que destroza


II

que te atrape
en su red
la más vulgar
de las felicidades
que tu boca se detenga
un milímetro antes
de la risa
que tus días se deslicen
obedientes
por el surco
que esté siempre
tibio tu hogar
y lleno
tu caldero
que duermas
el sueño de los justos
que no quiebre el sobresalto
ni uno solo de tus rostros
que la bella
escalera del dolor
te sea negada

tu che m’eri amico un tempo
e poi mi camminasti sopra il cuore






lujo
la cesta de damascos
que una mujer china recibe
como regalo de bodas

el calor que se desprende
de los libros amados
cuando arden
para alejar por un rato
algún invierno ruso

un sorbo de agua clara
traída desde lejos
sobre un cuello delicado

los granos de pimienta que deslizo
con cuidado entre mis dedos medievales
encienden la carne y después
devuelven intactas
todas las eras.






Eugenia Segura (Mendoza)

3 comentarios:

Fernando Acosta dijo...

el problema soy yo,es que soy un pésimo crítico, pero, en lo que a mi respecta, creo que tus textos merecen el mejor de los comentarios, son un hachazo de imagenes y sensaciones, y a su vez transmiten una tranquilidad increible, todo en grandes frases pequeñas.ahora..., sacaste textos tambien muy buenos, como el de los "2 perros blancos comiendo a un caballo blanco" o el de "no tienen paz las aguas" que merecen ser leidos.en suma, me encantan tus textos loka.

maria eugenia dijo...

relajá, los comments son a lo sumo el "this used to be my playground" de la crítica. que ojalá algún día contemos con bloggers como críticos-haikus, si la cosa era definir una lectura en pocos trazos, lo has logrado, y gracias por los elogios.
Saqué esos textos porque la idea plastificambiante me obliga a subir algo en audio, y bueno, en algún momento habrá que grabarlos.

Mocho dijo...

Euge: En estos trabajos habita cierta raíz originaria de la poiesis, que contemporáneamente, hemos sabido trocar por detonaciones internas cuasindividualistas; acá se encuentra presente un oficio positivista (por llamarlo de alguna manera) que se apodera del exterior recolectando las cosas que parecen sufrir de la insignificancia; devolviéndolas con un "valor agregado", raspando la fragilidad para desenterrarle la sutil dureza, saborizándolas con esa dosis de ironía que se parece tanto a la felicidad cuando la leemos, etc.
Si me permitís, acerco la sig. observación: estos textos gozan de una saludable solidez, que a veces sería bueno quebrar poniéndo algún recurso que descoloque al lector soltándole la mano. Un gran abrazo.

Gabriel G. S. (Tuc.)