viernes, 14 de enero de 2011

estúpido cantito para niños

Ella está ahí toda locura y belleza y te dice “sí te metí los cuernos y vos gil, como siempre, me vas a perdonar”. Vos la mirás por atrás del humo del cigarrillo y no sabés cuándo, pero se desnudó de pe a pa: está en la mecedora con las piernas colgando a los lados. Pisás el pucho con el pie descalzo y todo, por el dolor o por la luz del atardecer que entra por la ventana, se puso rojo, no hay otro color en la habitación: sus piernas rojas, sus pechos rojos, sus brazos rojos, su concha roja, su pelo rojo, lengua roja, dedos rojos, uñas rojas, ojos rojos, rojos roja rojo, rojos roja rojo, como en un estúpido cantito para niños se repite en tu cabeza. Te acercás. El “gil” quedó rebotando en las paredes como una danza tribal que se apaga y retoma fuerza, eligió esa palabra y vos sabés por qué. Te acercás más, te acercas despacio como reptando y ya está al alcance de tu mano rojos roja rojo y ella te mira como si te atravesara y con un látigazo de su cuello escupe “gil” de nuevo y las voces que flotaban en la habitación se multiplican, se mueven con desesperación como las patitas de una cucaracha volteada, toman fuerza ensordecedora con este nuevo grito y su voz y su imagen llegan con delay y su cara queda flotando en un abanico de caras que se acercan y se alejan en diferentes tiempos. Rojos roja rojo te sacás el pantalón y la mirás con una rara mezcla de ternura, dolor y rabia, la mirás con algo que se parece al deseo. Ella ríe. No hay juego previo, sólo una embestida y la humedad caliente de su sexo te inunda la ingle, ella ríe con más fuerza como si tu miembro fuera un mal chiste y vos la querés traspasar, empalarla con tu falo y colgarla de la ventana para que todo el mundo la vea. “Enfalarla” decís y te reís vos también mientras embestís con bronca. Rojos roja rojo recordás las clases de machismo de tu viejo con los ojos clavados en sus tetas rojas como si fueran una pantalla de televisión o mejor como si tus ojos fueran un proyector y lanzaras una película sobre sus pechos duros, las clases de tu viejo con tu mamá sonriendo con una sonrisa idiota: él la cojía frente a ustedes mientras les explicaba “las minas son como las chapas: si no las clavás bien se vuelan a otro techo” , “como las chapas” repetía y se reía con orgullo y tu hermano decía en voz baja “como las chapas” como si tomara nota mental de la clase y tu vieja los miraba con la sonrisa idiota clavada en sus labios y los ojos brillantes por el alcohol que decían “no pasa nada, no piensen en esto, piensen en otra cosa, POR FAVOR PIENSEN EN OTRA COSA” y vos la mirabas, mirabas sus tetas perfectas y tu hermano sacaba la pijita con tres pelos que vos conocías, que alguna vez sentiste apoyada en tus nalgas, sacaba la pijita y la pelaba hasta cortar el aire con un chorro blanco y tu viejo reía y vos te mojabas los pantalones. Pestañeás y la imagen se esfuma. La mirás y su risa es la de tu viejo y sus ojos brillantes son los de tu vieja y te das cuenta de que no aprendiste un carajo en las clases y cuando te das cuenta le pegás un cachetazo que explota en su mejilla y sonríe con los dientes rojos por la sangre ahora. “Rojos roja rojo” decís en voz alta y le pegás otra vez y ella grita, se excita y vos embestís con más fuerza y velocidad mientras la golpeás cada vez con más furia, “matar al padre y cojer a la madre” te reís, “matar a la madre y cojer al padre” te reís aún más. Con cada explosión se pone más oscura la pieza como si un interruptor cayera en cada golpe, se pone todo de un rojo espeso como el de la sangre y ya no ves su rostro sólo los dientes que se mueven, no ves tu mano pero ella encuentra sola la cara, sabés que lo hace porque escuchás el estallido y sus gritos de placer y su risa volcánica, “rojos roja rojo” gritás. Tu pene está por explotar y lo hace: acabás como si vomitarás por la pija toda la mierda que aprieta dentro, acabás con ganas de que ese chorro la haga explotar y esparza por toda la casa sus pedazos rojos, hermosas partes de su cuerpo por toda la casa. Te levantás y mirás algo que parece una sonrisa, que es lo único que brilla. Respirás agitado y ella también pero su respiración suena satisfecha. Mirás la sonrisa, idiota. Es roja.

Rojos roja rojo, como en un estúpido cantito para niños.