miércoles, 14 de julio de 2010

trip (fragmento)
a eugenia
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ni siquiera eso: ni siquiera viento, ni siquiera voz, ni siquiera, miro la calle como una infinita madrugada

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afuera veo a los perros que ladran perros me llamo fuerte encallar en una esquina como en una isla desierta en medio del océano

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sólo dos líneas: el frio es blanco como los ojos de mi madre que viene a visitarme de vez en cuando en un sueño

*

y quien era yo sino el que silbaba ente las guayabas a la noche siempre de noche, mis hijos corrían despavoridos bajo la pollera primaveral de mi hermana y la tocaban, y sus risas chocaban los arboles como el viento y yo silbaba, para que no vuelvan a salir de ahí, de donde siempre quise estar de alguna forma.

*

la felicidad no tiene estación no tiene color no tiene clima no tiene edad no tiene sueño no tiene infancia no tiene enfermedad no tiene sexo no tiene distancia no tiene años no tiene muerte no tiene tiempo no tiene imagen no tiene ojos no tiene sol no tiene nieve no tiene rutas no tiene altura no tiene aire no tiene noche no tiene hambre no tiene

*

Hay imágenes que no cesan:
Viel y sus piernas de camilla
Viel y sus piernas de camilla
Viel y sus piernas de camilla
Viel y sus piernas de camilla
Viel y sus piernas de camilla
Viel y sus piernas de camilla


*


Vos tenés la culpa de todo (gracias:)




*
Nos soñé desnudos casi comiéndonos en una habitación
de una casa de mi infancia
todo era distinto menos vos y yo
y fue como una larga y placentera pesadilla
compartida


*


vos eras el río. yo un pequeño duende caminando el mural del puerto, pateando la basura, columpiándose con el viento en los rincones. Toda la siesta como brazos abiertos, todo el viento desenredaba los pasos, barría los puentes, empujaba las canoas. quién sabrá desde cuando se esta soñando este sueño

Te miro sentada en las escaleritas de la rivera hipnotizada por el movimiento marrón del agua, el viento no te deja fumar tranquila pero no te importa, el viento te estira del pelo, sonreís, sos toda una infancia, recuperada, la mía también esta ahí por eso te dejo, te veo, desde atrás del muro de viento, del otro lado del rio de concreto paralelo al rio.


*
mi karma es la lluvia

*
Tus pezones todavía se encienden de rojo en la oscuridad del sueño
hay imágenes que no cesan

*

es necesario empezar un diario: bahía, julio 2008. esa fecha parece el futuro pero todo sigue tan igual como siempre. Anoche he bebido hasta el hartazgo y en el bamboleo de la borrachera me rompí la cabeza contra un adoquín. Un muchacho me levantó, me llevo a su departamento, me limpió la herida de la cabeza mientras miraba sus libros, editoriales conocidas, autores que conocía pero que no leeré nunca. Como te llamas le pregunté y me dijo Fernando, que nombre de mierda le dije y se rió. Desapareció por un instante y se volvió con una bata roja de seda, su cuerpo era esbelto y tenía una erección que se marcaba en la bata. Sin decir mucho me invito una botella de vino que estaba hasta la mitad, cuando la levanté sobre mi boca se apresuró a desprenderme el pantalón y a chupármela, no aguante la risa y escupí el vino mientras el muchacho seguía en lo suyo, esta historia es conocida le dije y me mostró la dentadura con mi miembro rígido separándola. Le apreté la cabeza hacia adentro en el final y luego le dí una soberana golpiza hasta destrozarme las manos en su cara simétricamente perfecta. Con la botella un poco cargada y el miembro aun afuera, mire su cuerpo inconsciente tendido sobre las baldosas blancas, su sangre ganaba espacio lentamente o era su bata que se iba derritiendo, no estoy muy seguro, pero lo que si le dije: yo también soy un ladrón de bukowski, di la vuelta y me fui dando tragos, chocando las paredes de lado a lado por el largo pasillo

*


Extraviados estábamos en el suelo adormecido por las hormigas, en el grito ahogado de los árboles, tenía los tendones tan tiesos que cada caricia tuya me sacaba una melodía. Te dolía el cielo tan limpio en las venas celestes de los ojos, se retrataba todo ese cielo como un abrazo que desde ese día me atrevo a mirar cada mañana.


*

La carretera de los incendios
Veo la noche desde una botella, es negra brillante, es una serpiente.
Veo la noche, un canto como un aullido. Respirar tan hondo hasta que la inmensidad resquebraje los pulmones y luego dejarla salir libre entre el pasto hasta que corte filosa el asfalto gris como a una cinta de ceniza. Nuestras voces seguirán rectas hasta que ellas mismas decidan desvanecerse.
Hemos disparado una canción hacia el universo.
fernando acosta

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