jueves, 8 de julio de 2010

Bukowski



Hay dos espejos, uno al lado de otro, en ángulo y Hank desde ambos, me habla desde ambos en el español neutro de las películas viejas, de las traducciones mexicanas, los poetas borrachos somos así, no podemos andar abrazándonos por la calle con niñas bien, somos grandes poetas borrachos y andamos tomados de la mano por New York con prostitutas baratas, despeinadas por algún trabajo (los espejos se reproducen ya son cuatro) con prostitutas baratas que nos dicen que nos aman, que nos acarician el cabello y despiden olor a tabaco y alcohol, que llevamos a nuestras casas cuando los vecinos se levantan para ir a trabajar (ya son más de diez los espejos) y les hacemos el amor con todo el que llevamos dentro, aunque sabemos lo que viene, y es así. Al medio día siguiente, nos levantamos con resaca y encontramos la cama desecha y la billetera vacía y no miramos hacia fuera, sabemos, sabíamos desde la noche anterior, que el auto no está allí, que estará a unas cuadras porque no tenía gasolina. Vamos al baño y después de vomitar encendemos la luz y nos miramos al espejo, nos miramos al espejo y nos decimos pobre imbécil. Nos miramos al espejo con los ojos entrecerrados por la resaca y la luz de la lámpara de 75 watts y nos decimos con rabia POBRE IMBÉCIL. Cogemos la botella de wisky que está en la cisterna porque sabemos, sabíamos desde la noche anterior, que no hay más botellas en la cocina, ella se las llevó. Y tomamos un vaso de wisky. Tomamos del vaso no de la botella, eso es para pendejos. Y ponemos Chopin u otro de esos hijos de puta que nos hacen llorar y tomamos otro vaso de wisky (ya perdí la cuenta de los espejos) y con el wisky en la mano nos sentamos a la máquina a escribir un poema sobre una muchacha bien con la que estamos sólo para romperle el corazón, para hacerle daño, para sentirnos mejor sabiendo que hay alguien más imbécil que nosotros y la dejamos allí sintiéndose la peor mierda por no habernos salvado ¿salvado de qué? Los poetas borrachos, los grandes poetas borrachos somos así, los grandes poetas borrachos somos unos canallas. Yo no soy así, le digo y los espejos que ya son miles se siguen reproduciendo de manera infernal. Yo no soy así le repito a los infinitos Bukowskis que se amontonan en los infinitos espejos que reproducen su imagen. Entonces no un eres un gran poeta borracho. Nunca quise serlo, le digo. Entonces no eres un poeta, me dice como si no me hubiese escuchado y lanza un enorme puñetazo, infinitos puñetazos que salen disparados hacia mí con violencia y me despierto. A mi lado mi novia llora todavía. Le beso las mejillas y siento el hermoso gusto de las lágrimas en mi lengua. Mi hija duerme en la cama de al lado como si el mundo fuera un lugar seguro.
fede torres; formosa

1 comentario:

maria eugenia dijo...

Fede, bonito dilema has planteado. Y sí, no somos neoyorkinos, ni podemos repetir la historia, los clisés ya formados por (insert acá: el movimiento literario que te parezca).
Ando pensando por ahí en la muerte de kurt cobain, en ese parrafo de su carta en que se cuelga con las sensaciones que producía freddy mercury al salir a un estadio, el feedback que recibía por poner a toda esa gente en sintonía alta/fina, y dice algo así, como "yo salgo a tocar, y escucho a todos esos pibes gritando y rogando por la autodestrucción ¿qué estoy haciendo? Soy un típico piscis sensible blabla, no quiero que mi hija frances vea esto". quiero escribir sobre eso, sobre la muerte de kurt cobain, sobre el momento en q se da cuenta q es contra su voluntad agente de una matrix que vende muerte.
en todo caso, q nuestra propia ebriedad dicte el zigzag de nuestros pasos, para hacer un camino propio, original. y si nos equivocamos, habrá sido en nuestra ley. un abrazo