martes, 20 de abril de 2010

"Aqui no ha pasado nada" (Nico Gomez)

AQUÍ NO HA PASADO NADA


“¡¡¡Seee – ñooo - reees!!!:
¡aquí no ha pasado nada!”.
Gritan (las bocas como cloacas) los leso-bestias-genocidas;
y también los que arrastran su miseria
tras los asesinos, enchapados en custodios.
Es a los que lloran por sus desaparecidos,
a los que hay que custodiar.
Hay que custodiarles el alma,
para que no se les escape
hacia la depresión, el suicidio
o la angustia de la desesperanza.

Mi Vieja, todavía despierta
por las noches y llama y llama
a mi hermano desaparecido…

Hay que borrarnos la costumbre de pronunciar
“lesa humanidad” como otro catálogo más.
Hay que decir: asesinatos a sangre fría;
con saña y violencia; crímenes morbosos;
homicidios bestiales, sanguinarios;
hasta que de nuevo se catalogue.
Y entonces: hay que volver a buscar
otros vocablos. Fuertes, duros, que golpeen,
y que con eso nos hagan seguir refrescando la memoria.

Aún te busco, Papá…
Aunque me digan que ya no.
Aún te busco…

Diez. Veinte. Treinta.
¿Mil?
Hay que sacarnos los números de adentro,
e inventar algo que penetre en las almas
y nos haga contar hasta treinta mil,
mientras los rostros van pasando
en tristes secuencias de vidas;
que no están vivas
pero tampoco están muertas.

¡¡¡¡¡SEEE – ÑOOO - REEESS!!!!!
¡¡Cómo que aquí no ha pasado nada!!

El mar está harto de callar
los muertos con rostro, nombre y apellido.
Los mismos muertos que hundieron los cobardes,
con un adoquín atado a los pies.
La luna los mima con su luz
(mima los muertos que fueron a destiempo)
cada noche oscura y solitaria;
y llora diamantes plateados sobre las aguas
para halagar la valentía de ellos
y alumbrar las palabras
que han querido decir y no pudieron;
y que duermen en el fondo, como caja negra
que nunca, nunca, se va a encontrar.

Mi tía, sigue llorando al hijo
que le tomaron de sus entrañas,
con una patada certera al vientre…

Hay otros, también, que mutilados
o cercenados de su vida (y en su vida),
gimen encimados; enterrados en fosas
que la tierra tiene como cicatrices
que no van a sanar nunca, nunca.

El día en que la tierra y el mar vomiten todos sus muertos,
los represores-genocidas tendrán que pararse
frente al trono de la Gracia;
allí no tendrán excusas, ni custodios.

Todos los días me pregunto, hermano mío;
cómo hubiera sido mi vida
compartida con vos…

¡¡¡Señores míos!!!
(pero los míos, no los ¡¡¡See – ñoo - rees!!!)
¡AQUI HA PASADO TODO!
Todo, pero todo, todo…
Todo lo que destripó las entrañas
que componen nuestra memoria;
y nos despojó, sin asco y con oprobio sínico,
de lo que hubiera sido y no fue,
por culpa de los “cercenarios” de la vida.

Lo que nunca, nunca se podrán llevar
es el tiempo nuestro en cada latido.
En cada latido de los que viven por siempre
dentro de nuestras palpitaciones.
Un inverosímil consuelo, para todos los que hemos quedado
llorando, gimiendo y recordando:

a los treinta mil pedazos

que nos están faltando!


"Y el mar entregó los muertos que había en él;
y la muerte y el Hades entregaron los muertos que
había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago
de fuego. Esta es la muerte segunda."

Apocalipsis cap. 20, vers. 13

Nicolas Gomez. Formosa.


2 comentarios:

maria eugenia dijo...

"Saliste Sola
Con el Fresquito de la Noche
Cuando te Sorprendieron los Relámpagos
No Llevaste un Saquito
Y
Hay Cadáveres"

Grande Nico!!! *****5 perlonghers

Rodrigo Villalba Rojas dijo...

excellente. parece que te enojaste un poco no? ja. En serio. Más allá del discurso que gira y gira en boca de todos hay una realidad a la que nuestros conceptos ya no le resultan fieles. Muy bueno el poema de decir de nuevo todo para recordarlo, no para memorizarlo.